Equidad de Género en Antropología Social
lunes, 5 de noviembre de 2012
domingo, 4 de noviembre de 2012
sábado, 3 de noviembre de 2012
Estereotipos de Género
ESTEREOTIPOS DE GÉNERO
Cuando un ser humano se comporta:
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Niña
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Niño
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Activo
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Nerviosa
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Inquieto
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Insistente
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Terca
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Tenaz
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Desenvuelto
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Grosera
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Vivaz
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Audaz
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Atrabancada
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Valiente
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Arriesgado
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Marimacha
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Muy hombrecito
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Listo
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Curiosa
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Inteligente
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Si sostiene opiniones propias
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Agresiva
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Firme
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Si quiere superarse
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Egoísta
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Ambicioso
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S lee mucho
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Pierde su tiempo
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Tiene porvenir
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Prudente
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Cauta
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Cobarde
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El origen del género en la sociedad
El origen del género en la
sociedad
Muchos son los estudios que
pretenden explicar el origen del género a partir de una forma específica de
organización que adoptaron las diferentes sociedades en su desarrollo y que
trajo consigo una división sexual del trabajo. En esta división le correspondió
a la mujer el espacio de la casa por su capacidad para gestar y amamantar a los hijos. El cuidado de ellos se le asignó más allá del tiempo en
que era imprescindible su presencia, es decir, cuando ya cualquier adulto podía
realizar esta función. Por proximidad espacial se ocupó del resto de las
funciones vinculadas al espacio de la casa.
Una mirada más crítica de esta
realidad apunta a que la capacidad de gestar y amamantar de la mujer le
confería el poder de la garantía de su continuidad como especie, lo que le
estaba vedado al hombre. La inseguridad de los hombres acerca de la paternidad de los hijos y su necesidad de tener esa certeza cuando había acumulado
riquezas y quería transmitirla a su descendencia, fueron condiciones que
indujeron la idea del control de la sexualidad de las mujeres mediante el
matrimonio y el confinamiento al espacio de la casa como garantía de seguridad
para la paternidad de la descendencia y de la conservación de los bienes
acumulados. La existencia de una sociedad sin género es un tema en discusión,
sin muchas evidencias para probarlo; pero de lo que si hay un convencimiento es
de que las formas en que se dan las relaciones entre mujeres y hombres, y los
roles asignados a cada uno, varían de una sociedad a otra, lo que apoya la idea
del carácter construido por la influencia cultural de lo que denominamos género,
y de la necesidad de realizar el análisis de cualquier realidad, a partir de su
contextualización sociohistórica.
Sin embargo, toda la
diferenciación y la identificación de los géneros como lo visto anteriormente
tiene también consecuencias sociales menos que deseables. La diferenciación
misma del género, al igual que en casos como la raza o las tendencias
religiosas, genera choques cuando se intenta imponer una sobre la otra. En
palabras de María Mercedes Gómez (Los Usos Jerárquicos y Excluyentes de la Violencia
- en Justicia y Género en América Latina)"la violencia por prejuicio
tiene, entonces, entre sus causas primordiales la necesidad de marcar
diferencias entre colectividades hegemónicas y no-hegemónicas con el fin de
reproducir arreglos sociales que benefician a las primeras... por ejemplo, la
violencia contra las mujeres emerge como problema social en un contexto de
misoginia, la violencia contra los hombres gay, las lesbianas y los
transgeneristas en un contexto de heterosexualidad obligatoria y de homofobia y
la violencia contra una raza en un contexto racista". En estos casos de
género, donde las personas no sólo pertenecen a las características “normales”
(el uso de la palabra normal siempre es excluyente pues intenta estandarizar un
deber ser para todos) sino también a grupos diferenciados, es solo visible en
la hostilidad de su forma de relacionarse con los otros grupos. La creación de
estas categorías y aún de los mismos mecanismos legales para combatirlas puede
ser en sí misma un arma discriminatoria, pues crea la apariencia de que la
igualdad formal opera y que por lo tanto no es necesario preocuparse por la
igualdad material, que es la que realmente afecta la vida de los individuos en
los grupos discriminados por el género, pues normativamente es muy difícil
establecer reglas positivas que apunten directamente contra ellos. Lo que
ocurre entonces, en sintonía con esta invisibilización, es que se crean normas
que aparentemente no son directamente discriminatorias contra un género, pero
sí lo son al aplicarlas. Un ejemplo de esto es el intento legislativo de
definir como matrimonio una unión entre un hombre y una mujer, pues degrada las
uniones que puedan existir entre otros géneros.
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